En nuestro constante intento de ampliar y mejorar nuestros servicios y atenciones a los clientes, hemos abierto la posibilidad de packs y visitas guiadas para sordomudos.
Si somos muy sensibles con el medio ambiente y la ecología de nuestros vinos, más lo somos con las personas. 🤩
Castellón entre viñedos, bodegas y paisajes de vides
Un recorrido por las tres zonas vitivinícolas de una provincia aún por descubrir entre prohibiciones, plagas, historias transoceánicas, viñas recuperadas y, cómo no, muchos brindis.
Castellón es conocida no solo por sus bellos pueblos, como el de Peñíscola, sino también por el sobrenombre de la alacena del Mediterráneo. Aun así, no muchos saben que es una fructífera zona vinatera con mucha historia que contar. Tras el desastre de la filoxera, solo quedaron en pie las cepas híbridas, cuya plantación y venta se prohibió, al igual que la comercialización de su fruto, en 1971 con la Ley del Estatuto de la Viña del Vino y de los Alcoholes. Todas las cepas de la región se arrancaron, las familias buscaron otra fuente de ingresos y Castellón vivió durante prácticamente 30 años sin producir una gota de vino.
Sin embargo, la visión de un nuevo siglo trajo el afán de varios municipios por recuperar su tradición vitivinícola y revivir las bodegas que un día ocupaban miles de hectáreas. Ahora la IGP Castellón, que reconoce los vinos producidos en las zonas de Alto Palancia y Alto Mijares, Useras-Vilafamés y Sant Mateu, ha vuelto a poner en valor la tradición vinícola con productores, muchos de ellos noveles, a los que les sobran ganas y pasión.
Alto Palancia y Alto Mijares
El sur occidental de la provincia, ocupado por las comarcas de Alto Palancia y Alto Mijares, goza de un gran recorrido en el mundo de la viña, presente tanto en las numerosas ruinas que quedaron tras la desaparición de la profesión o incluso en el amplio vocabulario de que algunos estudiosos recogieron de aquellos que habían vivido las tradiciones y probado el sabor del vino de Castellón de antaño.
“Tres fiestas hay en el año, que nos las predica el cura: sacacubo, matapuerco y el día de la fridura”, decía la copla, siendo el sacacubos la fiesta en la que se pasaba el vino del cubo de fermentación a otros recipientes, como garrafas o toneles, y que hoy en día sigue celebrándose, en el mes de octubre, en pueblos como Montán.
En cuanto a bodegas, destacan tres, repartidas por diferentes municipios. La Cooperativa de Viver, que comenzó su historia hace más de 30 años como almazara, es considerada como una de las mejores cooperativas a nivel estatal gracias al empeño de sus socios. Ahora, Fernando Marco y Cati Corell reciben a los visitantes para ofrecerles un gran abanico de actividades entorno a la agricultura y el mundo del vino.
Una de ellas es La piel de la vid, en la cual se recorre la viña, se conoce la bodega y se catan tres de sus vinos, maridados con un almuerzo con productos de su cooperativa. También se celebra, cada mes de agosto, el Viver Wine Fest, donde se puede disfrutar de barra libre de todos sus vinos, degustación de gastronomía local y música en directo.
Los viñedos ecológicos de la Bodega Alcoví constituyen otro de los buenos ejemplos de vinos castellonenses. Sus ocho hectáreas de viñedos, ubicados en el Parque Natural Sierra Espadán y rodeados de alcornoques, almendros, pinos y olivos, crecen protegidos de los vientos del norte. En cuanto a la bodega Vega Palancia, las raíces de sus viticultores se hunden en siglos de dedicación al cultivo de la vid y la elaboración del vino. El negocio, ubicado en una antigua casa a las afueras de Azuébar, apuesta por el trabajo manual en las seis hectáreas de terreno donde crece su tesoro más preciado.
Otra bodega que presta un especial cuidado por el medioambiente es Almarós, en Soneja, donde las nuevas tecnologías y los principios biodinámicos se apoyan en un calendario de actividades marcado por la astrología. A tan solo 30 km del mar, rodeadas de bosque y en un entorno natural idílico, estas viñas dan como fruto un vino flor que se puede probar en sus visitas, catas y degustaciones.
Les Useres – Vilafamés
Es en este espacio, compartido por las comarcas de la Plana Alta y Alcalatén, donde se encuentra la mayor concentración de bodegas incluidas en la IGP. Vilafamés, Les Useres y Benlloch son los tres municipios donde se ubican algunas de las bodegas con más solera de la provincia, siendo la zona con más viñedos de esta. Sin ir más lejos, Les Useres cuenta con más de 100 hectáreas, constituyendo por sí misma todo un paisaje del vino en la comunidad.
Conocido como el pueblo del vino, Les Useres guarda una tradición vitivinícola que se refleja en los numerosos y pequeños lagares o construcciones de producción de vino ya en desuso que salpican el paisaje de viñas, además de las bodegas familiares que mantienen vivo el legado y su feria anual dedicada al producto de su trabajo.
Una de ellas es Barón d’Alba, con 15 hectáreas de viñedos de la variedad Macabeo, Cabernet Sauvignon, Garnacha, Merlot, Monastrell, Syrah y Tempranillo. En sus instalaciones se celebran, además de visitas y catas en la bodega, eventos como fiestas y bodas, dada la belleza del entorno y de la construcción. Entre sus vinos, el tinto de barrica y de crianza y el Clos d’Esgarracordes, hecho con las variedades gewürztraminer y viognier.
Siguiendo la famosa Ruta de las Viñas, un recorrido de 13 km entre vides y uvas, se encuentra la Bodega Flors, dirigida por Vicente Flors, que dejó su trabajo en un banco para cumplir su sueño de recuperar la actividad vitivinícola de la familia. Las cepas de más de 60 años se suceden en filas frente a la encantadora construcción de piedra donde organiza una famosa cata bajo las estrellas dirigida por el astrónomo Germán Peris Luque y amenizada por la deliciosa propuesta de La Cuina de Fernando.
Más allá de la bodega Les Useres, premio a Mejor Bodega Nacional en 2011 y la bodega Magnanimvs, en Vilafamés, ambas con una interesante propuesta de enoturismo, se encuentra la bodega Bellmunt & Oliver Viticultors, en la localidad de Cabanes, que apuesta también por los espumosos y los métodos tradicionales.
En el municipio de Torreblanca, a 4 km del Mediterráneo, la bodega Mas de Rander se esconde entre suaves montes. Bioclimática y ecológica, su cubierta vegetal preserva las temperaturas del 90% de sus instalaciones, que están bajo tierra. Vino tinto, blanco, rosado y mistela –la única que se cría en barrica en todo el país–, ocupan sus lineales en una bodega que ha conseguido el primer vino de la provincia con certificación deagricultura ecológica.
Sant Mateu
En la comarca del Baix Maestrat, al norte de la provincia, se encuentra la zona vitivinícola de Sant Mateu, que no solo cuenta también con su propia Feria del Vino, sino que ofrece una visión cultural de la tradición entorno al famoso caldo con un Centro de Interpretación del Vino, ubicado en la bodega con más tradición de la zona: Besalduch Valls & Bellmunt.
La raíz de esta bodega se remonta a 1946, cuando la cooperativa de Sant Mateu decide apostar por la viticultura, convirtiéndose en todo un referente hasta que llegó la época de inactividad forzada del sector. Aun así, el empeño de sus socios hizo que renaciera con más fuerza aún, consiguiendo no solo rescatar gran parte de la historia, sino convertirse en uno de los productores con más reconocimientos. Visitas guiadas a sus viñedos y a la bodega, catas personalizadas, cursos, maridajes y escapadas son el grueso de su oferta de enoturismo que conquista a cualquier amante del vino.
Canet lo Roig, un municipio de menos de mil habitantes, cuenta también con dos bodegas reconocidas: Vins l’Estanquer y La Canetana. La primera de ellas, que nació como una bodega familiar para autoconsumo, se ha abierto al público en una antigua casa del siglo XIX donde se puede conocer parte de la cultura del vino de la comarca y conocer sus procesos. Además de visitas y maridajes se realizan catas con música en directo y la fiesta de la vendimia, entre muchas otras actividades.
En esta región, que en su época dorada llegó a exportar a gran parte de Europa, se encuentra también La Canetana, un negocio fundado por dos belgas que se enamoraron de España y de una bodega abandonada que transformaron en un éxito. La pareja decidió formarse como viticultores, enólogos y sumilleres no solo para hacer vinos de gran sabor, sino para ofrecer experiencias con la mejor calidad.
Y en Benicarló, casi rozando el mar, el Celler del Vino Carlón cumple la importante tarea de recuperar un vino con mucha historia al otro lado del océano Atlántico: el Carlón. Este caldo, desaparecido durante años y tan famoso en la región, fue el vino español más consumido en países como Argentina. A lo largo de cuatro siglos, este producto fue el principal precursor de la boyante economía en la localidad y la comarca.
Un recorrido por las tres zonas vitivinícolas de una provincia aún por descubrir entre prohibiciones, plagas, historias transoceánicas, viñas recuperadas y, cómo no, muchos brindis.
Castellón es conocida no solo por sus bellos pueblos, como el de Peñíscola, sino también por el sobrenombre de la alacena del Mediterráneo. Aun así, no muchos saben que es una fructífera zona vinatera con mucha historia que contar. Tras el desastre de la filoxera, solo quedaron en pie las cepas híbridas, cuya plantación y venta se prohibió, al igual que la comercialización de su fruto, en 1971 con la Ley del Estatuto de la Viña del Vino y de los Alcoholes. Todas las cepas de la región se arrancaron, las familias buscaron otra fuente de ingresos y Castellón vivió durante prácticamente 30 años sin producir una gota de vino.
Besalduch Valls & Bellmunt
Sin embargo, la visión de un nuevo siglo trajo el afán de varios municipios por recuperar su tradición vitivinícola y revivir las bodegas que un día ocupaban miles de hectáreas. Ahora la IGP Castellón, que reconoce los vinos producidos en las zonas de Alto Palancia y Alto Mijares, Useras-Vilafamés y Sant Mateu, ha vuelto a poner en valor la tradición vinícola con productores, muchos de ellos noveles, a los que les sobran ganas y pasión.
Alto Palancia y Alto Mijares
El sur occidental de la provincia, ocupado por las comarcas de Alto Palancia y Alto Mijares, goza de un gran recorrido en el mundo de la viña, presente tanto en las numerosas ruinas que quedaron tras la desaparición de la profesión o incluso en el amplio vocabulario de que algunos estudiosos recogieron de aquellos que habían vivido las tradiciones y probado el sabor del vino de Castellón de antaño.
“Tres fiestas hay en el año, que nos las predica el cura: sacacubo, matapuerco y el día de la fridura”, decía la copla, siendo el sacacubos la fiesta en la que se pasaba el vino del cubo de fermentación a otros recipientes, como garrafas o toneles, y que hoy en día sigue celebrándose, en el mes de octubre, en pueblos como Montán.
Turismo de la Comunitat Valenciana
En cuanto a bodegas, destacan tres, repartidas por diferentes municipios. La Cooperativa de Viver, que comenzó su historia hace más de 30 años como almazara, es considerada como una de las mejores cooperativas a nivel estatal gracias al empeño de sus socios. Ahora, Fernando Marco y Cati Corell reciben a los visitantes para ofrecerles un gran abanico de actividades entorno a la agricultura y el mundo del vino.
Una de ellas es La piel de la vid, en la cual se recorre la viña, se conoce la bodega y se catan tres de sus vinos, maridados con un almuerzo con productos de su cooperativa. También se celebra, cada mes de agosto, el Viver Wine Fest, donde se puede disfrutar de barra libre de todos sus vinos, degustación de gastronomía local y música en directo.
Los viñedos ecológicos de la Bodega Alcoví constituyen otro de los buenos ejemplos de vinos castellonenses. Sus ocho hectáreas de viñedos, ubicados en el Parque Natural Sierra Espadán y rodeados de alcornoques, almendros, pinos y olivos, crecen protegidos de los vientos del norte. En cuanto a la bodega Vega Palancia, las raíces de sus viticultores se hunden en siglos de dedicación al cultivo de la vid y la elaboración del vino. El negocio, ubicado en una antigua casa a las afueras de Azuébar, apuesta por el trabajo manual en las seis hectáreas de terreno donde crece su tesoro más preciado.
Otra bodega que presta un especial cuidado por el medioambiente es Almarós, en Soneja, donde las nuevas tecnologías y los principios biodinámicos se apoyan en un calendario de actividades marcado por la astrología. A tan solo 30 km del mar, rodeadas de bosque y en un entorno natural idílico, estas viñas dan como fruto un vino flor que se puede probar en sus visitas, catas y degustaciones.
Barón d’Alba
Les Useres – Vilafamés
Es en este espacio, compartido por las comarcas de la Plana Alta y Alcalatén, donde se encuentra la mayor concentración de bodegas incluidas en la IGP. Vilafamés, Les Useres y Benlloch son los tres municipios donde se ubican algunas de las bodegas con más solera de la provincia, siendo la zona con más viñedos de esta. Sin ir más lejos, Les Useres cuenta con más de 100 hectáreas, constituyendo por sí misma todo un paisaje del vino en la comunidad.
Conocido como el pueblo del vino, Les Useres guarda una tradición vitivinícola que se refleja en los numerosos y pequeños lagares o construcciones de producción de vino ya en desuso que salpican el paisaje de viñas, además de las bodegas familiares que mantienen vivo el legado y su feria anual dedicada al producto de su trabajo.
Una de ellas es Barón d’Alba, con 15 hectáreas de viñedos de la variedad Macabeo, Cabernet Sauvignon, Garnacha, Merlot, Monastrell, Syrah y Tempranillo. En sus instalaciones se celebran, además de visitas y catas en la bodega, eventos como fiestas y bodas, dada la belleza del entorno y de la construcción. Entre sus vinos, el tinto de barrica y de crianza y el Clos d’Esgarracordes, hecho con las variedades gewürztraminer y viognier.
Mas de Rander
Siguiendo la famosa Ruta de las Viñas, un recorrido de 13 km entre vides y uvas, se encuentra la Bodega Flors, dirigida por Vicente Flors, que dejó su trabajo en un banco para cumplir su sueño de recuperar la actividad vitivinícola de la familia. Las cepas de más de 60 años se suceden en filas frente a la encantadora construcción de piedra donde organiza una famosa cata bajo las estrellas dirigida por el astrónomo Germán Peris Luque y amenizada por la deliciosa propuesta de La Cuina de Fernando.
Más allá de la bodega Les Useres, premio a Mejor Bodega Nacional en 2011 y la bodega Magnanimvs, en Vilafamés, ambas con una interesante propuesta de enoturismo, se encuentra la bodega Bellmunt & Oliver Viticultors, en la localidad de Cabanes, que apuesta también por los espumosos y los métodos tradicionales.
En el municipio de Torreblanca, a 4 km del Mediterráneo, la bodega Mas de Rander se esconde entre suaves montes. Bioclimática y ecológica, su cubierta vegetal preserva las temperaturas del 90% de sus instalaciones, que están bajo tierra. Vino tinto, blanco, rosado y mistela –la única que se cría en barrica en todo el país–, ocupan sus lineales en una bodega que ha conseguido el primer vino de la provincia con certificación deagricultura ecológica.
Sant Mateu
En la comarca del Baix Maestrat, al norte de la provincia, se encuentra la zona vitivinícola de Sant Mateu, que no solo cuenta también con su propia Feria del Vino, sino que ofrece una visión cultural de la tradición entorno al famoso caldo con un Centro de Interpretación del Vino, ubicado en la bodega con más tradición de la zona: Besalduch Valls & Bellmunt.
Besalduch Valls & Bellmunt
La raíz de esta bodega se remonta a 1946, cuando la cooperativa de Sant Mateu decide apostar por la viticultura, convirtiéndose en todo un referente hasta que llegó la época de inactividad forzada del sector. Aun así, el empeño de sus socios hizo que renaciera con más fuerza aún, consiguiendo no solo rescatar gran parte de la historia, sino convertirse en uno de los productores con más reconocimientos. Visitas guiadas a sus viñedos y a la bodega, catas personalizadas, cursos, maridajes y escapadas son el grueso de su oferta de enoturismo que conquista a cualquier amante del vino.
Canet lo Roig, un municipio de menos de mil habitantes, cuenta también con dos bodegas reconocidas: Vins l’Estanquer y La Canetana. La primera de ellas, que nació como una bodega familiar para autoconsumo, se ha abierto al público en una antigua casa del siglo XIX donde se puede conocer parte de la cultura del vino de la comarca y conocer sus procesos. Además de visitas y maridajes se realizan catas con música en directo y la fiesta de la vendimia, entre muchas otras actividades.
En esta región, que en su época dorada llegó a exportar a gran parte de Europa, se encuentra también La Canetana, un negocio fundado por dos belgas que se enamoraron de España y de una bodega abandonada que transformaron en un éxito. La pareja decidió formarse como viticultores, enólogos y sumilleres no solo para hacer vinos de gran sabor, sino para ofrecer experiencias con la mejor calidad.
Y en Benicarló, casi rozando el mar, el Celler del Vino Carlón cumple la importante tarea de recuperar un vino con mucha historia al otro lado del océano Atlántico: el Carlón. Este caldo, desaparecido durante años y tan famoso en la región, fue el vino español más consumido en países como Argentina. A lo largo de cuatro siglos, este producto fue el principal precursor de la boyante economía en la localidad y la comarca.
Gracias a la gran acogida que tienen nuestros vinos en el mercado, y después de todas las solicitudes pertinentes a la Generalitat Valenciana, este mes de marzo vamos a ampliar los viñedos de Les Llomes en 1 hectárea más.
La variedad será la del Sauvignon Blanc, que se ha adaptado de forma espectacular en estos terrenos calcáreos, y que de la cual, necesitábamos más kg para vinificar.
✅ La vendimia del año pasado, nos ha permitido realizar un proyecto que teníamos en mente. Elaborar dos blancos para distintos paladares. El ya muy conocido Gullem de Erill un semi seco, (Sauvignon Blanc) y la novedad de un coupage muy poco común, el Gilbert de Montsoriu (chardonay + moscatell) siendo un seco de cero de azúcar residual.
✅ Además, a los efectos de darle mayor suntuosidad, volumen y sabores, se macero durante 4 días con sus pieles, dando unos colores anaranjados, y siendo de hecho…un paso intermedio a los orange wine.
Es una gran satisfacción poder comunicaros que, después muchos años de solicitudes y conversaciones, hemos sido admitidos como miembros de pleno derecho, en la Asociación de Museos del Aceite de España OLEARUM.
En el próximo Congreso Anual, presentaremos públicamente nuestra entrada oficial y nuestro museo de Sant Mateu.
Podemos avanzar también, que vamos a ser sede en Sant Mateu, de un Congreso Anual en breve.
Seguimos trabajando por el apoyo de todos vosotros. 👌
Gracias a vuestras solicitudes, hemos preparado con mucha ilusión, unos nuevos servicios de almuerzos/comidas de barbacoa en los viñedos y en los olivos milenarios.
¡Hemos escogido unos menús variados, hechos a la brasa con el chef Paco Rubio en persona! con arroces y fideuas, calçots, verduras, así como parrilladas.
Este año estamos presentes en FITUR la Feria Internacional de Turismo que se celebrará del 18 al 22 de enero en IFEMA Madrid, con la IGP de Castelló en el estand de la Comunitat Valenciana.
Nuestro Llansol de Romani (rosado) se sirve como vino de honor.
Los vinos de Castellón han recuperado la grandeza previa a la filoxera. A base de empeño y tesón lo han conseguido y pueden afirmar con orgullo que las referencias castellonenses son capaces de plantar cara a botellas de alto nivel. Los factores climatológicos y geográficos que abrazan a toda esta zona dotan de personalidad a unos vinos que como cuenta el dicho, mejoran con los años.
En este largo proceso de revalorización, hay que destacar el trabajo de algunos rostros que han conseguido enaltecer con elegancia la labor de sus bodegas. Una marcha en la que también hay que remarcar el papel de la IGP Castelló, un sello que promete cambiar pronto de calificación para lograr esa ansiada Denominación de Origen. Un paraguas que ampara bajo su marca a caras importantes dentro del mundo del vino y que definen en sintonía la identidad de un territorio. Hacemos un repaso por las tres subzonas vitivinícolas que conforman la provincia de Castelló: Alto Palancia-Alto Mijares, Sant Mateu y Les Useres-Vilafamés.
Juan Carlos Pavía, presidente de la IGP de Castelló, es una de las figuras que más ha bregado por el reconocimiento de los vinos castellonenses. Posiblemente, su vinculación casi natal con el mundo del vino tiene mucho que ver en esa confianza ciega por conseguir su misión sin tirar la toalla. De profesor de catas a fundador de El Mollet Vino y Cultura junto con otros tres socios con los que manifestó de manera contundente sus esfuerzos por conservar sus raíces. Y es precisamente aquí donde entra la figura de Toni Albiñana, uno de esos amigos que junto a David y Jaime conforman el cuarteto que guía a una bodega desde la diversión y el disfrute. Han tenido la ambición justa para mantener vivo un hobby que han profesionalizado y al que esperan algún día dedicarle el tiempo que «se merece».
Sergio Garrido es otra de las figuras fundamentales que da sentido a esta historia. Fundó en 2001 la bodega Barón d’Alba, una de las casas de vinos castellonenses que mayor crecimiento ha experimentado en estas dos últimas décadas. El éxito de su primera cosecha fue el detonante de una crónica triunfal en la que cultivó no solo el germen de su proyecto personal, sino el inicio de un camino que le ha llevado a conquistar los títulos de presidente de la Ruta del Vino de Castelló y de la Federación de Enoturismo de la Comunitat Valenciana.
Vicente Flors, cuenta con el encanto de quien se ha hecho a sí mismo para conseguir un sueño. La clave de su proyecto ha sido hacer vinos muy sinceros, con la mínima intervención y basados en el mimo de la viña. Una premisa central que fundamenta la personalidad de sus referencias. Además, la fuerte apuesta por el enoturismo ha convertido su bodega en un punto esencial en el recorrido de turismo enológico, donde su ‘Cata bajo las estrellas’es parada indispensable cada verano.
Josep María Besalduch tomó hace más de 13 años las riendas de Besalduch Valls & Bellmunt, la antigua cooperativa de Sant Mateu para «hacer renacer una actividad que había sido muy importante para la capital histórica del Maestrat y que estaba muerta». La filosofía de su bodega se basa en la pequeña producción para alcanzar la máxima calidad. Este proyecto castellonense vive uno de sus momentos más álgidos, después de finalizar la restauración completa de la bodega y celebrar sus 70 años de gloria.
Paco Ribelles llegó a Viver hace una década para convertirse en una de las figuras protagonistas en la esencia de la Cooperativa. Ribelles es la voz que guía a los agricultores del Alto Palancia, asesorando en cualquiera de los cultivos que cobija Viver, incluyendo la viña, para recuperar el esplendor vitivinícola con las variedades autóctonas como cimiento.
Àngel Tena es la tercera generación de l’Estanquer, una bodega que lleva trabajando más de 70 años para elaborar ocho vinos que defienden el terroir de su zona. En la casa restaurada de su bisabuelo, que conserva el carácter y la historia que hay entre sus paredes, mantiene el legado de un viejo celler que elaboraba vinos y aguardientes.
La bella comarca de l’Alcalatén cobija el proyecto que dirige Vicent Bellés, gerente y nieto de dos de los socios fundadores de Bodega Les Useres. Este celler castellonense fue uno de los primeros que supo resurgir después de que la filoxera y arranque de los híbridos acabase con el cultivo de la vid en una zona naturalmente productora durante más de 25 años.
Juan Domingo Tárrega, figura que lidera Mas de Rander, hace 11 años que se adelantó a las tendencias del mercado actual creando por aquel entonces un proyecto que resultaba inusual. Desde California hasta los montes costeros de Benlloch, la idea de sostenibilidad como pilar elemental de Mas de Rander, nació bajo la inspiración de un viaje internacional que peregrinaron cuando decidieron construir la bodega.
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